Tú vales la pena Venezuela

Mi alma escogió a Venezuela como hogar...

Escogió los sancochos de domingo, la música a toda hora mientras pasas un "coleto", las risas del vendedor de verduras que escucha en la radio al Conde del Guácharo. La sonrisa blanca de las mujeres bellas ganadoras de coronas universales y de voces cantarinas. 
Escogió convivir con los chamos que salen de las discotecas a las 6 de la mañana directos a la calle del hambre más cercana a comerce un asquerosito.
Prefirió cantar el bravo pueblo que rendirse a los dictámenes extranjeros, tantos años atrás como nubes en el cielo.

 Tan lejos se siente la brisa relajante...

Que se sentía en los atardeceres de Playa Parguito. Comiendo guacuco con limón y planeando la jornada del temible Lunes de la mañana siguiente. Tan lejos se ve la risa de las madres al llevar las loncheras al colegio de los "carajitos" llenas de arepa con diablito y el jugo en el tarro de mayonesa. Tan amargos saben los mangos que se saboreaban bajo la mata, escogiendo el menos "golpiao" que dejaba los dientes llenos de pelitos. 

Tú vales la pena porque tu nombre es GRANDE...

Porque la gaita aún retumba en los oídos decembrinos, con olor a tabaquitos y estrenando los zapaticos con luces. Porque los colores Amarillo, Azúl y Rojo en el papel crepé en bolitas se ve más bonito en la bandera que se crea en el álbum del kinder. Porque el araguaney alegra las hojas de las exposiciones de fin de año del maternal de la esquina. Porque sea en Turquía o en la luna, mi corazón no llorará como llora cuando un tambor despide la fiesta de cumpleaños. Porque el sabor amargo de las lágrimas no lo sienten los paisanos, a menos que le toquen su madre patria por los intereses cubanos.

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